Por
mucho que se diga lo contrario, en el Fútbol hay poca memoria. Tan solo las
grandes hitos son recordados y pasan a la memoria colectiva del mundo del
Fútbol. No obstante, para el aficionado siempre habrá capítulos que quedarán en
su recuerdo particular, conformando su propia memoria futbolística.
Desde hace unos años, ha irrumpido en
el panorama futbolístico español, como entrenador, Juan Carlos Unzué. Comenzó en 2003 como entrenador de porteros del
FC Barcelona de Rijkaard, continuando
con dicha encomienda durante las dos primeras temporadas de Guardiola. En la temporada 2010/11
daría el salto definitivo como primer entrenador de un equipo, dirigiendo al CD
Numancia, pasando dos temporadas después a ser segundo entrenador de Luis Enrique en el RC Celta de Vigo y
en el FC Barcelona, volviendo a ser primer entrenador de un equipo en la
temporada 2017/18, dirigiendo al mentado club gallego.
Sin embargo, a una generación de
aficionados al Fútbol se le hace raro ver a Unzué en los banquillos. Para esa generación, de aficionados del
Sevilla FC, Unzué siempre será uno
de los porteros más importantes de la Historia su club, y si estos aficionados
fueron niños cuando aquél guardaba
la portería sevillista, a buen seguro será irremediablemente el portero del
cariñoso y ya lejano Sevilla FC de su infancia. Muchos lo recordarán con sus
guantes Ulhsport y sus botas Munich, y con el número 1 a su espalda,
defendiendo la portería sevillista en aquel cambiado Sánchez Pizjuán, y los más
privilegiados tampoco podrán olvidar su buen trato con el aficionado y su
significativo autógrafo, con aquella J sobresaliente.
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Unzué, en el Sevilla FC, en un partido de la Copa de la UEFA 1995/96 ante el FC Barcelona. Foto: PLUS FÚTBOL |
Unzué
llegó al Sevilla FC en la temporada 1990/91, sin repercusión apenas y procedente
del FC Barcelona, en el que había sido suplente de toda una institución como Zubizarreta. Al nuevo destino venía a
sustituir a nada menos que al carismático Dessaev,
que había decidido poner fin a su carrera como futbolista profesional. Su debut
en partido oficial fue en la primera jornada de aquella temporada, el 2 de
septiembre, ante el RC Oviedo en el Carlos Tartiere, partido que acabó en 0-0. Unzué defendió la portería del Sevilla
FC durante siete temporadas, siendo el guardameta titular indiscutible durante
las mismas, a excepción de las dos últimas, en las que alternó la titularidad
con Monchi. En total, entre las
temporadas 1990/91 y 1996/97, Unzué
vistió la camiseta del Sevilla FC en 222 partidos oficiales. Su último partido
oficial con el Sevilla FC tuvo el 22 de junio de 1997, en el Sardinero ante el
Racing de Santander (1-4), correspondiente a la última jornada de aquella
triste temporada en la que, dos jornadas antes y frente al RC Oviedo, el
Sevilla FC descendía a Segunda División. Ese verano de 1997, Unzué fichaba por el CD Tenerife,
poniendo punto y final a su trayectoria como futbolista del Sevilla FC. Y se
marchó de la entidad tal como vino, sin alharacas, quizá por la triste
situación que vivía deportivamente el equipo. Sus actuaciones vistiendo la
elástica sevillista le valieron para estar entre los mejores porteros de la
Historia del club, con los Eizaguirre,
Busto, Mut, “Rodri”, Francisco “Superpaco”, Buyo, o Palop.
Tras el CD Tenerife, Unzué militó en el RC Oviedo y en el Atl. Osasuna, poniendo fin
a su carrera como portero el 15 de junio de 2003 en el Sadar, donde recibió la ovación
de la afición navarra. Llevando los escudos de esos equipos regresó al Sánchez
Pizjuán, y también como entrenador. Seguro que cada vez que ha vuelto al
estadio le han asaltado los recuerdos, seguro que buenos, como a la afición del
Sevilla FC, y como a aquel niño que una tarde de agosto de 1995 lo conoció en
un entrenamiento, dándole palmadas en la espalda y sabedor que estaba conociendo
a uno de los porteros más importantes que tendría el Sevilla FC.
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Unzué, y el resto de la alineación del Sevilla FC, en un partido de Liga 1994/95. FOTO: EQUIPOS DE FÚTBOL |