Mañana se cumplen veinticinco años de uno de los partidos más importantes de la
historia de la Selección española de fútbol. Octubre de 1993, Dublín, en su Distrito
suburbano de Ballsbridge se alza un estadio hoy desaparecido, el Lansdowne Road,
sin iluminación artificial, especialmente concebido para jugar a rugby, y allí
se enfrentarán las selecciones de fútbol de Irlanda y de España en un partido
clasificatorio para el Mundial de Estados Unidos del año siguiente. Los aficionados
irlandeses se volcaron aquel día con su selección y convertían en una caldera
el estadio, desembarcando en el mismo en el tren DART que cruzaba los bajos de
la tribuna oeste. Entonces, Irlanda llevaba ocho años y 29 partidos sin perder
en su terreno.
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Un tren pasa bajo la tribuna oeste del Lansdowne Road. FOTO: THE TURFBURNER |
España
llegaba a ese partido muy cuestionada, en la tercera plaza del grupo por debajo
de Dinamarca e Irlanda. Javier Clemente
era el seleccionador, y el inicio de la clasificación no había sido bueno. Pese
a la primera victoria en un partido del grupo, por 3-0 ante Albania –partido
que aún dirigió Vicente Miera, que
precedió a Clemente–, cosechó tres
partidos seguidos 0-0 ante Letonia, Irlanda del Norte e Irlanda, y tras
recuperar algo de crédito ante Lituania destrozándola con un 5-0, pierde ante
Dinamarca 1-2. Al seleccionador le llovieron muchas críticas durante toda la
clasificación, no solo por los resultados, sino también por decisiones
técnicas, como el haber prescindido de los integrantes de la Quinta del Buitre –Sanchís, Martín Vázquez,
Míchel y Butragueño–, que hasta su llegada había sido la columna de la
Selección. Sin embargo, en parte se logró ir remontando la situación, pero aún
así, y para entonces, España no ocupaba plaza de clasificación y quedaban los
dos partidos más difíciles posibles que podría depararle el calendario: ante
Irlanda y Dinamarca. Un resbalón podría suponer que España no acudiera al
Mundial, lo que supondría su segunda ausencia seguida en un torneo
internacional, tras que no se clasificase para la Eurocopa de 1992.
Así,
Clemente plantea ante Irlanda un
equipo fuerte, acorde al rival que tenía España en frente. Para ello dispone de
una defensa de cinco: Camarasa y Ferrer de laterales, Voro –debutaba con la Selección– y Giner de centrales, y Nadal de líbero. El centro del campo lo
forman Hierro y Caminero, con Luis Enrique
y Goikoetxea en las bandas, y arriba
jugaría Julio Salinas. El resto de
seleccionados fueron Lopetegui, Toni Muñoz, Alkorta, Bakero, Guardiola, Estebaranz y Kiko. En la
portería estaría Zubizarreta, que
aquel día jugaría su partido 82 con la Selección y superaría en
internacionalidades a José Antonio
Camacho.
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Alineación que saltó en el Landsdowne Road. FOTO: EQUIPOS DE FÚTBOL |
“Clemente convoca la fuerza ante Irlanda”
rezaba un titular de El País. Y en
efecto, el partido fue planteado por Clemente con jugadores mayoritariamente
físicos, buscando un juego directo en ataque y que, a la vez, frene
defensivamente el mismo juego directo de Irlanda. Ello justificaba para Clemente el haber reservado para otras
convocatorias a Guerrero y a Alfonso Pérez.
Iniciado
el partido, a los 12 minutos Caminero
empalma una volea que adelanta a España, tras tocar Salinas de cabeza un saque de banda de Ferrer. Y siete minutos después, Salinas recoge un pase largo de Camarasa, regatea al defensa irlandés Kenaghan y supera al guardameta Bonner casi sin ángulo en la esquina derecha de su área pequeña. Y
apenas pasados otros cinco minutos, el central Keane despeja mal un pase de Caminero
que recoge Salinas para batir nueva
y sutilmente a Bonner. A los 25
minutos España iba ganando 0-3. El resto del partido fue un monólogo de España
en el que destacó sobremanera Nadal,
al que alguna crónica deportiva dijo haber recordado a Beckhenbauer y que, posiblemente, jugó uno de los mejores partidos
de su carrera. Sheridan recortó en
el segundo tiempo distancias para Irlanda, pero ésta nunca pudo meterse en el
partido ante una España tan fuerte que venció 1-3.
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Bakero. FOTO: FÚTBOL EUROPA /ALLSPORT |
Así,
España ganaba un partido ante un rival directo para obtener el pase para el
mundial, y a la vez cogía oxígeno para su último partido ante la líder de
grupo, Dinamarca. Tras el pitido final, y muy contento, Clemente pasó factura a sus detractores, a los que dedicó el
triunfo a la vez que les recriminaba que hubieran considerado defensiva su
convocatoria de jugadores y que prefirieran que España perdiese. Y es que dicho
partido sirvió a Clemente para perfilar
el aspecto posicional de su sistema en la Selección, pues había concebido un
equipo compacto, serio y muy técnica y pormenorizadamente pensado que había
dado un buen resultado en un partido decisivo.
Muchos
recuerdan aún aquella trascendental victoria, de las más importantes de los
últimos años, pues supuso un paso firme y decisivo en una fase de
clasificación que se había tornado realmente cuesta abajo y angustiosa. Ya solo quedaba
vencer a Dinamarca, lo que se conseguiría al mes siguiente en el estadio Ramón Sánchez
Pizjuán.
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Portada de El Mundo Deportivo. FOTO: NO SOMOS LA ROJA, SOMOS ESPAÑA |
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